Con la noticia del escándalo de admisión a universidades de élite el mes pasado, la noción exagerada de que los padres son capaces de recurrir a cualquier medio para que sus hijos ingresen en una de estas universidades se ha convertido en una realidad. Pero ¿qué tiene que ver este escándalo multimillonario, en el que participaron las actrices Lori Loughlin y Felicity Huffman, con fraudes tributarios? Bueno, el esquema establecido por William Rick Singer implicaba la creación de una organización §501(c)(3)—organización caritativa—para cubrir años de pagos de sobornos acumulados y lavar dinero.
El esquema permitió que padres adinerados aseguraran la admisión de sus hijos a escuelas prominentes, como Stanford, Yale, Georgetown, USC y Duke de varias maneras. La primera manera consistió en sobornar a los supervisores de las pruebas ACT/SAT (pruebas para la admisión a universidades americanas) para esencialmente “mirar a otro lado” durante los exámenes—esto es lo que hizo la actriz de Desperate Housewives o Esposas Desesperadas, Felicity Huffman; pagar para obtener certificaciones de discapacidad para obtengan más tiempo para completar el examen o tomar el examen en una sala privada; también, pagar a un tercero para substituir al aplicante o corregir las respuestas después del examen. El costo de este método podía variar entre $ 15,000 y $ 75,000 por examen. La segunda forma consistía en pagar sobornos a entrenadores de universidades para clasificar al aplicante como un atleta calificado. Lori Loughlin de Full House o Tres por Tres habría logrado la admisión de sus dos hijas a la Universidad del Sur de California como atletas de remo de esta manera.
De acuerdo a los cargos enumerados contra Singer en la acusación del gran jurado, la conspiración de fraude fiscal se llevó a cabo de la siguiente manera: Singer, un consejero universitario (1) registró la Key Worldwide Foundation (KWF) bajo la Sección 501(c)(3) del Código Tributario de los EE.UU. (IRC por sus siglas en Ingles); (2) utilizó KWF para recibir estas supuestas “donaciones caritativas,” aunque parte de esos fondos se destinaron a sobornar a los administradores de pruebas, entrenadores deportivos y administradores universitarios; (3) habría coordinado el envío de cartas certificando el recibo de las supuestas donaciones que confirmaban falsamente que no se habrían intercambiado bienes o servicios por las supuestas donaciones a KWF; permitiendo así que (4) estas cartas se usaran para solicitar deducciones en las declaraciones de impuestos a la renta.
Como se indica, Singer utilizó KWF para ejecutar la estafa durante siete años (2011 a 2018) y acumular más de $ 25 millones. Para conseguir su propósito, KWP tenía que calificar como una organización sin fines de lucro §501(c)(3) y así estar exenta del impuesto federal a la renta. Generalmente, para ser clasificada como tal, una organización debe ser organizada y operada exclusivamente con fines religiosos, caritativos, científicos, literarios o educativos; para pruebas de seguridad pública; para fomentar la competición deportiva nacional o internacional de aficionados; y/o para la prevención de la crueldad a niños y animales. En este case, KWF se estableció para supuestamente ayudar a los estudiantes más pobres. Desde el 2013 al 2016, la organización supuestamente distribuyó más de $ 7 millones en subvenciones, que en realidad eran sobornos disfrazados.
Después de recibir las contribuciones, KWF enviaba cartas a los padres de los aplicantes certificando las donaciones e indicando que no se habrían intercambiado bienes o servicios por las “donaciones”. Posteriormente, los padres involucrados en la estafa utilizaban estas cartas para reclamar una deducción por donación de caridad, tomando así ventaja de una ley federal de apoyo público a organizaciones caritativas. Mediante esta ley, las personas que hagan donaciones a entidades §501(c)(3) pueden solicitar una deducción sobre su ingreso sujeto a impuestos. En general, la sección 170 del IRC estipula que no se permitirá ninguna deducción por una contribución caritativa de $ 250 o más, a menos que esté justificada por documento escrito emitido por la organización receptora. Dicho documento debe indicar si se proporcionaron bienes o servicios en consideración por la contribución y, de ser el caso, proporcionar una descripción y estimación de buena fe del valor de los bienes o servicios prestados. El valor de los bienes o servicios prestados reducen el monto de la deducción. En este caso en particular, las cartas que certificaron las donaciones afirmaron falsamente que no se intercambiaron bienes o servicios por las “donaciones”.
En resumen, la conspiración fiscal involucró las creaciones y el uso de una organización caritativa, no solo para lavar dinero derivado de sobornos ilícitos, sino para solicitar deducciones sobre los ingresos sujetos al impuesto a la renta, defraudando así al gobierno de los Estados Unidos mediante el pago insuficiente de impuestos. Esencialmente, Singer creó una cubierta que una vez fue perfecta para defraudar al gobierno; ahora, él y los padres enfrentan severos cargos criminales. Sin embargo, debemos esperar para ver las consecuencias para los estudiantes involucrados.